domingo, 25 de enero de 2009

Rayos y truenos.

Esta semana hubo tormenta en Moaña, bueno,…en Moaña y en tantos otros sitios.

Para mí fue mi primera tormenta: en resumen aprendí que consiste en un fenómeno atmosférico con mucha luz, sobre todo mucho sonido y abundante aparato eléctrico.

Oí a los chicos que estaban preocupados de que yo pudiese asustarme; pero en realidad, los que parecían asustados eran ellos.

Comentaban que parecía que teníamos la tormenta en el salón, que los truenos se oían demasiado fuerte.

También decían que una vez que se veía el rayo y teniendo en cuenta la velocidad del sonido, se podía calcular en función del tiempo que tardaba en oírse el trueno, la distancia a que se encontraba la tormenta. (Por cada segundo 340 metros, ya que la velocidad del sonido son 340 m./s.).

Pero esto que decían podía preocuparme; en realidad a mí me tiraba de un pie. Fundamentalmente por tres razones, primera: soy un bebecito muy lindo de dos meses, por lo que mi vista no está totalmente desarrollada y soy incapaz de alcanzar a ver el resplandor del rayo en la ventana, en realidad ni siquiera soy capaz de saber dónde está la ventana; segunda: no identifico el sonido de los truenos, sé que es un sonido diferente y un poquillo fuerte, pero es mucho más fuerte el del vecino del primero con los mariachis, (mecachis), o el de los zumbados del “bemeta” que pasan a escape libre por debajo de casa y tercera y última: no sé contar; luego no sé cuánto tiempo pasa entre rayos y truenos.

Conclusión: los que tenían el pañal sucio en este caso eran los chicos y no yo.

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