martes, 3 de febrero de 2009

Me quedé sin palabras.

El otro día mami saludó a una chica de Costa Rica que también tiene un blog y un pequeño algo mayor que yo y que se llama Ignacio.

Me quedé sin palabras.

La mamá de Ignacio es una de esas escasas pepitas de oro que no miran mucho hacia sí mismas, pero sí que vuelcan su mirada hacia los demás. El mundo sería un lugar mucho mejor si todos nos preocupásemos antes del bien ajeno que del propio...Iñaki, ¡eres un chico afortunado por la mamá que tienes!.

Me quedé sin palabras.

Me quedé sin palabras porque hay cosas que los pequeñitos no deberíamos ver, ni oír; pero mucho menos vivir. La mamá de Iñaki se preocupa por cosas importantes; niños que viven en la miseria o el analfabetismo,...o lo que es mucho peor: niños que han padecido terremotos y niños que crecen con enfermedades o deformidades porque sus mayores trabajan en una mina con altísimos niveles de contaminación en cianuro.

Me quedé sin palabras.

Me quedé mudita; porque estoy aquí con mis dos meses, hablando en un blog de mis dificultades para hacer caquita o dormir, que si me ha salido un salpullido o si los Reyes me han traído tal o cuál...puras banalidades...y un día veo el blog de la mamá de Iñaki y me quedo callada, pensando en lo superficial que he sido y que hay cosas mucho más serias y preocupantes.

Al final recuperé mis palabras; (no sin esfuerzo), porque la realidad es que soy un precioso bebecito de dos meses y como decía antes: hay cosas que los pequeñitos no deberíamos ver, ni oír; pero mucho menos vivir. Son nuestros mayores los encargados de evitar que nos sucedan.

Desde aquí, y desde lo pequeñita que soy, me gustaría enviar todo mi cariño a todos los bebés del mundo que no están a gusto y desear que aunque no estén en la situación propia de un bebé, por lo menos que tengan una mamá que sepa darles mucho cariño.

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