domingo, 29 de marzo de 2009

El Cuesco.

Últimamente hay un visitante traicionero y cruel que llega con cierta regularidad implacable cada noche entre las dos y las tres de la madrugada: el cuesco. (la pedorreta, la bufa,…¿quién se echó un pedo que huele a caramelo?...que quién primero lo huele debajo del culo lo tiene…).

Mi relación con el cuesco, si bien no ha sido tan regular como lo es ahora, sí que ha sido bastante intensa,…apasionada.

Con mi primera marca de bibe; (que por fortuna me han cambiado, evitando así el sonrojo de mis progenitores y el mío propio), se me iban unos cuescos que provocaban estampidas: a todo el mundo le aparecía algo que hacer, tenía algo al fuego o le surgía un compromiso, exceeeptooo…excepto al pobre incauto que me tenía en brazos y que, ante la imposibilidad de deshacerse de mí y salir huyendo despavorido, lo que sufría era el efecto camaleón: su piel se tornaba colorada primero, amarilla después, para finalmente adquirir cierto tonillo verdoso; a la vez que los mareos le hacían tambalearse.

Por fortuna,( y por vergüenza), los chicos me cambiaron la leche; de forma que me sigo aireando lo mismo, pero el efecto sobre los que me rodean es menor, con lo que los chicos no pasan el sonrojo de que su bebé que dos meses, (ahora cuatro), pusiese en fuga al personal con sus efluvios gástricos, (no obstante, recuerdo que un día Sparrow en un centro comercial hizo pasar una bufa suya como si fuese mía).

El problema es que ahora me visita de madrugada y en la noche tranquila de Moaña, (no deja de ser un pueblecillo marinero), de pronto entre el piar de los pajarillos y el cricri de los grillos, surge en la madrugada el alarido de Inés con el pedete doloroso haciendo motocross por su intestino.

Papi despierta, pero no puede con él; cuando me ataca el cuesco mami es la única capaz de aplacar mi ira: sabe masajearme la tripita, ponerme boca abajo, me flexiona las piernillas,…cosas que saben las mamás.

No hay comentarios: